Elizabeth, después de su boda pactada con el hombre al que no amaba, se encuentra en su nuevo hogar con Roberto, su nuevo marido:
ROBERTO.- Elizabeth, mi amada, mañana marcho de caza. No volveré hasta dentro de dos días, pero dejaré a vuestra disposición a mi fiel sirviente y amigo William. Pedidle todo lo que os haga falta. No quiero que sufráis en mi ausencia.
ELISABET.- No os preocupéis Roberto, estaré bien, sobreviviré sin vos.
ROBERTO-. ¡No seáis desconsiderada! ¡Yo mataría por vos! Si os pasara algo no me lo perdonaría (exclamó Roberto con aires enfadados).
NARRADOR.- A la mañana siguiente Roberto partió de caza con sus caballos y doña Elizabeth se quedó en casa junto a William y sus demás sirvientes.
ELIZABETH.- ¡Por fin ha marchado Robert! ¡No aguantaba ni un minuto más a su lado!
WILLIAM.- No habléis así del señor, él os quiere como a nada en este mundo.
ELIZABETH.- Y yo os quiero a vos como nada en este mundo
WILLIAM.- Yo también os quiero, por eso me alejo de vos. ¿No os dais cuenta? Si Roberto lo descubriese vos sufriríais y yo no me lo perdonaría. Además, él es mi amigo y yo su siervo, le debo fidelidad (de forma entrecortada).
ELIZABETH.- ¡El único que sale ganando es Roberto, pero nosotros también tenemos derecho a ser felices! ¿Y tú eres el que me dice que no quiere verme sufrir? Pues si es así, date cuenta que con Roberto sufro cada día.
WILLIAM.- Se que es así, pero Roberto sospecha. No te vigilo por gusto sino porqué el me lo ha pedido.
ELIZABETH.- Pero él ahora no está aquí, tú no le vas a decir nada, así que intentemos ser felices!
(William se acerca a Elizabeth para besarla, pero se oye el chirrido de una puerta)
ROBERTO.- Así que mientras yo luchaba por sobrevivir ante un asalto de ladrones, vosotros me estabais traicionando…
ELIZABETH.- Debéis entenderlo, yo lo amo igual que tú a mí desde el primer día. Si sabéis que es el amor tener piedad de nosotros.
ROBERTO.- ¡Y tú me pides piedad a mí!
WILLIAM.- No la paguéis con ella, he sido yo quien la he besado.
ROBERTO.- ¡Necio! No os merecéis ni que os escuche.
(Roberto apunta a William con su arma)
ELIZABETH.- Si queréis acabar con vuestra agonía matadme también a mí, porque si no veréis como sufro toda tú vida y eso si que os mataría de agonía. Porque sé que me amáis tanto como yo a William.
(Roberto cubierto de lágrimas, dispara a su mejor amigo)
ELIZABETH.- ¡Qué habéis hecho, maldito infeliz! (abrazando a su amado que yacía muerto en el suelo).
ROBERTO.- ¡Lo que he hecho ha sido por vuestro bien! ¡Podría haber sido peor! (se marcha).
NARRADOR.- Al cabo de unas semanas Elizabeth murió de pena y Roberto comprendió el siguiente dicho: Si quieres a alguien déjalo marchar. Ya que habría sido mejor haberlos dejado marchar juntos que ver morir a su amada y a su mejor amigo, porque el amor no tiene barreras.
No hay comentarios:
Publicar un comentario